
Café de la Sierra Nevada: ¿Qué lo hace tan especial?
Share
Colombia se caracteriza por tener cafés especiales: frutales, florales, cítricos dulces, con notas a frutos secos, amarillos, rojos, nueces, cacao, hierba o miel. Regiones como Huila, Nariño, Antioquia y Tolima producen granos increíbles. Pero hay uno que destaca por su alma, su entorno y su historia: el café de la Sierra Nevada.
Desde su selecto grano hasta su proceso manual y tradicional, este café conserva métodos únicos. La topografía montañosa de la región impide la mecanización masiva, lo que mantiene vivo el trabajo artesanal en cada etapa.
Si has pasado por Casa Triada, probablemente ya lo probaste. Y si no, aquí te contamos por qué su sabor es único y cómo se diferencia de otros cafés colombianos.
Origen del café de la Sierra Nevada
Se dice que el café llegó a la Sierra Nevada de Santa Marta en 1741, pero fue a finales del siglo XIX cuando empezó a cultivarse con más fuerza, gracias a fincas que vieron en estas montañas un lugar perfecto para cosechar algo especial. Desde entonces, este café ha crecido rodeado de naturaleza y tradición.
Con el paso del tiempo, las comunidades indígenas —como los Arhuacos, Koguis, Wiwas y Kankuamos— hicieron del café parte de su forma de vida. Para ellos, no es solo un cultivo: es conexión con la tierra, una práctica que se hace con respeto, amor, intención y equilibrio.
Cosecha entre la sierra y el mar
El café de esta región crece alto, entre los 1.200 y 1.800 metros sobre el nivel del mar, con vista al Caribe y rodeado de árboles, brisa fresca y biodiversidad característica de la zona. Todo esto le aporta un sentido especial a cada taza.
Además, en la Sierra solo se cosecha una vez al año. El fruto madura lento, sin afán, lo que permite que el grano tenga más dulzor, carácter y una profundidad que se nota desde el primer sorbo.
Cultivo de café ancestral
Aquí, el café se cultiva de manera consciente: sin químicos, bajo la sombra de la inmensa vegetación, y siempre cuidando la armonía con el entorno. Es una labor que se hace con las manos y con el corazón.
Para las comunidades indígenas, cultivar café también es un acto espiritual. Cada grano lleva consigo una historia, una intención, un vínculo con la naturaleza que se honra desde que se siembra hasta que llega a tu taza.
Perfil de taza de un café de la Sierra Nevada
-
Castillo: Dulce y balanceado. Notas a panela, nuez y cacao. Acidez baja, cuerpo medio.
-
Caturra: Suave y redondo. Sabores a chocolate negro, almendra y caña de azúcar. Acidez media, cuerpo medio-alto.
-
Típica: Elegante y limpio. Notas florales, caramelo y té negro. Acidez media-alta, cuerpo medio.
-
Colombia: Balanceado con toques frutales. Notas cítricas suaves, miel y chocolate con leche. Acidez media, cuerpo medio.
- Bourbon (menos común): Dulce y aromático. Frutas rojas, vainilla y cacao fino. Acidez media-alta, cuerpo sedoso.
Aunque estas variedades también se cultivan en otras regiones del país, el clima templado, la cercanía al mar, la altitud intermedia y la cosecha lenta hacen que, en la Sierra, los sabores sean más redondos, menos ácidos y con un dulzor natural muy marcado. La mayoría de los cafés tienen un carácter suave, profundo y con notas cálidas, ideales para quienes prefieren cafés sin tanta acidez, pero con mucha personalidad.
El café que compartimos en Casa Triada
Si has pasado por Casa Triada, probablemente ya probaste alguno de estos cafés. Y si no, te invitamos a descubrirlos: suaves, profundos, con historia.
Aquí no solo vendemos café: te ayudamos a elegir uno que conecte contigo, que te lleves como recuerdo de tu viaje o como ritual de cada día.
Con amor,
Stephany Blanco